El brazo que sostiene al equipo
El brazalete del capitán no es un simple adorno. Pensé en esa cinta que parece una tira de tela sin más y, sin embargo, carga con más cosas de las que caben en una prenda. No llegué al fútbol desde la infancia, no estuve mucho tiempo en un equipo de fútbol como para descubrir lo que era llevar un brazalete de capitán; llegué tarde, con cierta distancia, como quien aprende primero a escuchar y luego a hablar. Quizá por eso el brazalete me fascina: porque no es un adorno, es una frase entera atada al brazo. No dice "soy el mejor", dice "hoy respondo por todos". La cinta convierte el juego en una tarea más grande que uno mismo. No te garantiza minutos ni aplausos; te regala, en cambio, la incomodidad. Eres el que mide los pulsos, el que lee el clima antes que el cronómetro. El que le habla al árbitro con los dientes apretados para que el reclamo no sea grito, el que encuentra al compañero que falla y le fabrica una nueva oportunidad con una mirada. Hay capitanes que p...