Fútbol bajo el desierto: Arabia Saudí
Durante años, hablar de la liga saudí evocaba imágenes de estadios semivacíos, partidos poco competitivos y jugadores veteranos que se retiraban con contratos millonarios. Hoy, esa narrativa ha cambiado. La Saudi Pro League no solo ha captado nombres como Cristiano Ronaldo o Karim Benzema, sino que está reformulando el mapa geopolítico del fútbol global. En paralelo, competiciones históricas como la Supercopa de España o incluso el Mundial de Fútbol están migrando al Golfo Pérsico, en un movimiento que ya no parece coyuntural, sino estructural.
El poder del petrodólar en el mercado de fichajes
Desde que Cristiano Ronaldo firmó por el Al-Nassr en 2022, el fútbol saudí entró en otra dimensión. Aquello no fue un capricho mediático, sino el primer paso de una estrategia de Estado enmarcada en la Visión 2030: un ambicioso plan para diversificar la economía del país y construir una identidad global basada en el deporte y la tecnología.
Tras Ronaldo, llegaron estrellas como Karim Benzema (Al-Ittihad), Neymar Jr. (Al.Hilal), N'Golo Kanté (Al-Ittihad), Riyad Mahrez (Al-Ahli), Roberto Firmino (Al-Ahli), Kalidou Koulibaly (Al-Hilal). Este mismo verano, el portugués João Félix ha sido tentado este mismo verano por el Al-Nassr con una cifra que ronda los 50 millones de euros, en un proyecto deportivo liderado por Jorge Jesús.
Lo que diferencia a la liga saudí de otros destinos exóticos es su capacidad de ofrecer contratos anuales por encima de los 25 millones de euros netos, además de beneficios fiscales, viviendas de lujo y participación en decisiones deportivas. En Europa, ni los grandes clubes pueden sostener ese nivel de gasto sin incumplir el Fair Play Financiero.
Supercopas, mundiales y partidos de selecciones: cuando el fútbol se muda
Pero la influencia de Arabia Saudí no se limita a los fichajes. Desde 2020, la Supercopa de España se celebra en Jeddah. El nuevo formato tipo "Final Four", ideado por Luis Rubiales, ha permitido que el torneo se transforme en un producto internacional exportable. El contrato, inicialmente prorrogado para tres ediciones, ha sido prorrogado hasta 2029, y ya se negocia su extensión hasta 2034. En la última edición (Enero de 2025), el FC Barcelona se impuso al Real Madrid por un abultado 5-2 ante un estadio repleto de camisetas blancas y azulgranas.
La situación genera tensión: clubes como el Athletic Club o el RCD Mallorca han denunciado la dificultad logística para sus aficionados, además de una evidente desventaja económica en un modelo que favorece la presencia constante de los dos grandes.
La influencia saudí también se extiende a competiciones internacionales. El mundial de Qatar 2022, celebrado en diciembre —cuando siempre suelen celebrarse en verano— y en condiciones climatológicas singulares, abrió la puerta a nuevas geografías futbolísticas. El mundial de 2030, ya confirmado, se disputará en una combinación de países (España, Marruecos y Argentina entre otros), pero el horizonte de 2034 apunta directamente a Arabia Saudí. La FIFA, bajo la presidencia de Gianni Infantino, ha manifestado abiertamente su buena relación con la federación saudí, y todo indica que el desierto será el próximo epicentro del fútbol mundial.
Las consecuencias para el fútbol europeo
Europa está empezando a asumir que su hegemonía ya no es incuestionable. Las principales ligas, como la Premier League, siguen liderando en ingresos por derechos televisivos, pero se ven amenazadas en el terreno de los fichajes. La Liga española, por ejemplo, ha cerrado el mercado de verano del año pasado con 373 millones de euros invertidos, muy por debajo del potencial saudí, que en una sola ventana puede movilizar cifras similares.
Esta "fuga de talento" afecta a jugadores veteranos, pero también a futbolistas en plenitud: Gabri Veiga. aunque ya volvió a Europa, firmó por el Al Ahli con 21 años; Rúben Neves, con 28 años, está en el Al Hilal; Malcolm, ex del Barcelona firmó con el Al-Hilal con solo 26 años. Incluso se especula con ofertas a jugadores como Mohamed Salah o Heung-min Son, piezas clave en la Premier.
Las sombras: derechos humanos y tensiones éticas
No todo son luces. El desembarco saudí en el fútbol ha reactivado el debate sobre el sportswashing: el uso del deporte para blanquear una imagen internacional cuestionada por sus prácticas en derechos humanos. Varias organizaciones, como Amnistía Internacional, han criticado duramente los acuerdos firmados por federaciones como la RFEF con el gobierno saudí.
En enero de 2025, varias jugadoras del FC Barcelona Femenino expresaron su rechazo a que la Supercopa femenina se celebrase también en Arabia, alegando preocupaciones por la seguridad de las mujeres, la falta de libertad de expresión y la desigualdad legal existente. El torneo, finalmente, no se trasladó, pero el debate quedó instalado.
Un cambio estructural
La presencia saudí en el fútbol no parece una moda pasajera. La estrategia incluye academias deportivas, patrocinios globales (como el Visit Saudi en los clubes europeos) y negociaciones con organizaciones como la FUFA y la UEFA para ganar presencia institucional.
El futuro inmediato podría incluir la "Champions Asiática" con invitados europeos, la compra de clubes europeos por fondos saudíes o incluso la creación de un torneo de clubes paralelo. En ese escenario, el fútbol dejaría de tener un epicentro claro, abriéndose la multipolaridad en la que el desierto tendrá mucho que decir.
¿Cambio de paradigma o amenaza al ADN del fútbol
Lo que está ocurriendo con Arabia Saudí y el fútbol no es simplemente una serie de fichajes llamativos o acuerdos comerciales. Es una reconfiguración profunda de qué es el fútbol, dónde se juega, quién lo financia y, sobre todo, quién decide.
El reto para Europa no está solo en competir con el dinero saudí, sino en proteger los valores que hicieron grande a este deporte. El romanticismo de las gradas llenas un domingo en San Mamés o la cantera del Ajax puede verse desplazado por un nuevo orden, en el que los estadios brillan, pero los héroes ya no se forjan en casa.
Estamos ante una revolución silenciosa. Y está ocurriendo ahora.
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