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Dembélé, Yamal y Aitana escribieron la historia del fútbol

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 Anoche París se vistió de gala. Una gala que, como cada año, nos recuerda que el fútbol no es solo correr detrás de un balón, ni tampoco ese simple conteo de goles, asistencias y títulos. Es un teatro lleno de luces , cámaras y discursos ensayados que, por momentos, parece distante de la esencia del juego... y aún así consigue que el corazón se acelere. Porque aunque todos sabemos que un trofeo no es lo más importante, el Balón de Oro tiene ese extraño poder de condensar emociones, de darle forma a lo intangible. Ver a Ousmane Dembélé levantar el premio fue casi poético. Nadie lo habría imaginado hace unos años, cuando las lesiones parecían condenarlo a ser un "y si..." eterno . Lo llamaban frágil , irregular , un talento desperdiciado. Y, sin embargo, anoche el mundo lo aplaudía como el mejor jugador del planeta. Su sonrisa, más tímida que arrogante, decía mucho más que cualquier discurso: hablaba de noches de dolor, de la paciencia de esperar, de la fe en uno mismo incl...

El arte de lo invisible

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 En el fútbol siempre hay nombres que brillan solos. Messi , Cristiano , Mbappé , Xavi , Neymar ... jugadores que nacen con la luz puesta sobre ellos y que no necesitan presentación. Y luego están los otros: los que parecen pasar desapercibidos , los que no salen en los resúmenes de YouTube, los que apenas levantan a la grada con un regate. Los que, a cambio, sostienen el edificio entero . Sergio Busquets pertenece a esa segunda especie. Cuando debutó con el primer equipo del Barcelona en 2008 , muchos no entendían nada. Venía del filial, de la mano de Guardiola , y apenas había jugado unos partidos en Segunda B. " ¿Quién es este? ", se preguntaban los aficionados. Había quien lo reducía a un apellido, a su padre, Carlos Busquets, portero suplente del Barça en los años 90 . " Está ahí por enchufe ", decían algunos. Otros lo miraban con desconfianza: alto, delgado, con una forma de correr que parecía torpe, con gestos que no transmitían ni potencia ni magia . Pero G...

Cuando el héroe cruza la acera

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 El 31 de agosto, contra el Rayo Vallecano, Joan García firmó un auténtico partidazo . Portero formado en el Espanyol , con pasado blanquiazul en cada guante, ahora defendiendo la portería del Barça y salvando el partido con intervenciones que desesperaron al rival. El partido terminó en empate, pero lo que quedó en el ambiente fue otra cosa: la sensación de traición. Porque no es lo mismo marcharse al extranjero o probar suerte en un club lejano, que cruzar la acera más peligrosa en el fútbol catalán. Ese cambio de Cornellà al futuro Camp Nou no es un simple traslado: es una cicatriz abierta, un desafío a la memoria de dos aficiones que llevan más de un siglo enfrentadas. El fútbol, aunque insista en presentarse como deporte, es en realidad una novela familiar: pasiones, rencores, lealtades y deslealtades. Cuando un jugador cambia de bando, la historia se tiñe de villanos. No nos duele porque se marche, nos duele porque lo hace precisamente ahí, en el lugar que juramos odiar desd...

Luka Modrić, la llama que no se apaga

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Luka Modrić se fue del Real Madrid con 39 años . Digo "se fue" y todavía me cuesta creerlo, porque parecía eterno, como esas canciones que no envejecen cuando pasa el tiempo. Pero no: también él tuvo que despedirse. También él entendió que la vida, incluso la futbolística, pide nuevos escenarios. Lo sorprendente no es que haya salido del club blanco. Lo sorprendente es lo que vino después: la decisión de seguir . No rendirse a la nostalgia ni al aplauso fácil de un homenaje. De ponerse otra camiseta, la del Milan , y seguir corriendo detrás de la pelota con la misma convicción de siempre. A estas alturas, cuando muchos estarían pensando en el retiro, o en irse a Arabia a ganar millones, él sigue creyendo que todavía queda algo por dar . Y esa fe, esa terquedad hermosa, es quizá lo que mejor define su carrera. Modrić no se entiende sin lucha. No se entiende sin esfuerzo. No se entiende sin esa rebeldía silenciosa con la que convirtió las dudas en aplausos. Porque hay jugadores...

El brazo que sostiene al equipo

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 El brazalete del capitán no es un simple adorno. Pensé en esa cinta que parece una tira de tela sin más y, sin embargo, carga con más cosas de las que caben en una prenda. No llegué al fútbol desde la infancia, no estuve mucho tiempo en un equipo de fútbol como para descubrir lo que era llevar un brazalete de capitán; llegué tarde, con cierta distancia, como quien aprende primero a escuchar y luego a hablar. Quizá por eso el brazalete me fascina: porque no es un adorno, es una frase entera atada al brazo. No dice "soy el mejor", dice "hoy respondo por todos". La cinta convierte el juego en una tarea más grande que uno mismo. No te garantiza minutos ni aplausos; te regala, en cambio, la incomodidad. Eres el que mide los pulsos, el que lee el clima antes que el cronómetro. El que le habla al árbitro con los dientes apretados para que el reclamo no sea grito, el que encuentra al compañero que falla y le fabrica una nueva oportunidad con una mirada. Hay capitanes que p...

Cuando perdimos todos, aunque no fuéramos del Betis

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  No soy del Betis . Lo aclaro desde el principio, porque este texto no va de escudos, ni de fidelidades eternas, ni de gritos de gol con la bufanda al cuello. Va de algo más profundo. Va de esas veces en las que el fútbol se cuela por una rendija que no esperabas, y termina instalándose en tu pecho sin pedir permiso. La final de la Conference League entre el Betis y el Chelsea no era, en teoría, mi partido. No llevaba días esperándola con ansiedad, no tenía el móvil lleno de tweets previos ni había hecho promesas de no afeitarme si no ganaban. Pero algo me arrastró a verla desde el principio. Tal vez fue la curiosidad, o el deseo de que un equipo español algo más modesto que Madrid o Barça, pudiera plantarle cara a un gigante europeo. O tal vez fue que uno nunca sabe cuándo el fútbol va a hacer de las suyas. El partido lo empecé viendo en casa de mi tía . Allí, uno de mis primos sí que es del Betis . Pero del Betis de verdad. De esos que no necesitan excusas ni victorias para sen...

Fútbol bajo el desierto: Arabia Saudí

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 Durante años, hablar de la liga saudí evocaba imágenes de estadios semivacíos, partidos poco competitivos y jugadores veteranos que se retiraban con contratos millonarios. Hoy, esa narrativa ha cambiado. La Saudi Pro League no solo ha captado nombres como Cristiano Ronaldo o Karim Benzema, sino que está reformulando el mapa geopolítico del fútbol global. En paralelo, competiciones históricas como la Supercopa de España o incluso el Mundial de Fútbol están migrando al Golfo Pérsico, en un movimiento que ya no parece coyuntural, sino estructural. El poder del petrodólar en el mercado de fichajes Desde que Cristiano Ronaldo firmó por el Al-Nassr en 2022, el fútbol saudí entró en otra dimensión. Aquello no fue un capricho mediático, sino el primer paso de una estrategia de Estado enmarcada en la Visión 2030: un ambicioso plan para diversificar la economía del país y construir una identidad global basada en el deporte y la tecnología. Tras Ronaldo, llegaron estrellas como Karim Benzema...